El término Wushu, es una expresión que engloba más de 600 artes marciales chinas tales como el Taichí o el Kung-fu.

Pues bien, dentro del Wushu tenemos dos vertientes de la práctica:

Estilos externos
Dentro de los estilos externos voy a mencionar el Kung-fu Shaolín ya que es el que practico. Lo inicia un príncipe budista hindú, Bodhidharma, en el año 527 d. C. en el monasterio Shaolín, situado en la montaña sagrada Song.
Se considera un estilo externo porque se emplea, principalmente, la musculatura externa del cuerpo para atacar al rival.

Estilos internos
Entre los estilos internos tenemos el Xingy, Pakua, y el Taichi-chuan. Lo inicia el maestro taoísta Zhang San Feng en la montaña Wudang
Se consideran estilos internos porque para su práctica, se utiliza los tendones y el flujo del Chi (energía interna)
Otra diferencia importante con los estilos internos es la suavidad y lentitud de los movimientos.

 

«En el pueblo de Chen Jia Gou, el Taichí se enseñó sólo a miembros de la familia Chen. Entonces, un joven entusiasta de las artes marciales llamado Yang Lu Chan, que había practicado muchos tipos de Wushu anteriormente, tuvo tanto interés en aprender Taichí Chuan que renunció a la fortuna de su familia y trabajó como sirviente para la familia Chen. Sin que nadie lo supiera, observó cómo entrenaban los miembros de la familia y practicó de noche en secreto durante muchos años.
Un día, dice la historia, otro maestro fue a participar en un duelo con la familia Chen. Chen Chang Xing, como era demasiado mayor para combatir, su hijo mayor lo hizo por él, pero resultó derrotado. El duelista pregunto por el maestro, pero sus discípulos intentaron proteger a Chen Chang Xing de la desgracia diciéndole que el maestro estaba fuera. Pese a todo el duelista decidió esperar y regresaba cada tres días preguntando por el maestro. La familia Chen se encontró con un problema hasta que finalmente Yang Lu Chan aceptó el reto y , para sorpresa de todos, venció el duelo, devolviendo la gloria al Taichí Chuan y a la familia Chen.»

Afortunadamente, ya no se viven esos días en los que la práctica de algún estilo marcial era imprescindible para sobrevivir.

En esa época, en la que no existían armas de fuego, los maestros de Wushu eran auténticos dioses intocables.

Aunque ya no tenga el sentido defensivo del pasado, me siento afortunado de poder practicar artes marciales chinas porque me aportan salud, disciplina, seguridad, crecimiento personal y paz.

En contra de lo que piensa la mayoría de la gente, los estilos internos, son una serie de ejercicios suaves pero que se pueden llevar al nivel de dificultad de la práctica que se quiera o que se pueda. El taichí es un arte marcial interno que busca la suavidad del movimiento, con probados beneficios para la salud externa (cuerpo) e interna (mente).

Cuando te inicias en el Taichí, empiezas con movimientos estáticos, sin moverte del sitio. Estás realizando una serie de movimientos que no entiendes, pero que cuando finalizas, sales de la clase con una sensación de bienestar que te lleva a repetir día tras día. Luego pasas a moverte en el espacio, con la dificultad de coordinar la posición de brazos y piernas con la respiración. La cosa se va complicando, pero las sensaciones también se incrementan.

En estos momentos iniciales es normal sentir calor en las palmas de las manos. A veces, parece que es fuego lo que tienes en las manos. Es el chi (Qi), la energía vital, que se manifiesta de esa manera.

El Taichí plantea la lentitud y suavidad como argumento principal en la práctica. Es lo que se denomina «buscar la quietud en el seno del movimiento» a la vez que el practicante se mueve, permanece en calma por medio de la respiración profunda y pausada. Los movimientos se armonizan con la respiración.

Dominar la respiración es dominar la mente y el cuerpo. Una vez que se domina la respiración, la energía fluye por los meridianos del cuerpo.

La energía enraíza en los pies, se desarrolla en las piernas, se dirige desde la cintura y se manifiesta en las manos. Se puede comparar al practicante de Taichi con una brizna de hierba que mueve el viento, su parte superior es blanda y se balancea con facilidad pero su parte inferior está firmemente aferrada al suelo.

Una parte del cuerpo fundamental en la práctica del Taichi es El Dantian o campo del elixir, que es la zona en la que se almacena la energía interna. Está situado 3 cm hacia abajo y hacia dentro del ombligo. Desde el Dantian salen todos los movimientos del Taichi Chuan.